Hola de nuevo^^

Finalmente, después de una temporada fuera, Sumire volvió a Kokoro. Miró el nuevo edificio y no pudo evitar esbozar una sonrisa en sus labios.

-Al fin estoy aquí otra vez...

De repente giró la cabeza y le habló al perro que tenía a su lado.

-¿Feliz de volver, Ángelo? -le preguntó, en tono dulce.

El animal le contestó con un ladrido alegre, y movió energéticamente la cola.

-Jeje, me alegro ^^.

Después, Sumire volvió a mirar enfrente, hizo una respiración profunda, y empezó a andar.

-Me pregunto si ya habrán vuelto los demás...

Una gran limusina paró delante de la puerta principal de la academia, un hombre elegante y de buen vestir salió de la “cabina” del conductor, se dirigió hacia la parte final del vehículo, en donde se paró delante de la puerta negra de esta, agarró el pomo con elegancia y la abrió, a la vez que colocaba su mano libre sobre su estomago inclinándose hacia delante, formando así una reverencia.
De aquel lugar salió un joven de corta estatura, vestía mucho mejor que el hombre de negro que le estaba aguantando la puerta, vestía de un elegante esmoquin, conjunto a un sombrero negro de copa, mientras que en su ojo derecho ya hacía su parche negro, ocultándole el ojo.

Miró su alrededor con su típico fruncir de ceño, entrecerró su parpado y miró al mayordomo, cual solo con mirarle este se puso en marcha.
Se fue al maletero y agarró el equipaje del chico, después empezó a seguir como un perro a este, cual él empezó a caminar hacía dentro de aquel lugar.
De nuevo, con su único ojo visible fue mirando lo que le rodeaba, observando como ya algunos empezaban con los susurros, lo ignoró por completo, tan solo siguió adelante como si nada fuera más importante que seguir, hasta que… Un chico de cabellera plateada con su perro estaban en medio, estorbaban…

Se les quedó mirando mientras que su mayordomo esperaba alguna ordene de parte de su señor.

Sumire siguió andando, con un paso firme pero tranquilo, con Ángelo siguiéndolo feliz, cuando sintió una presencia detrás suya. Giró la cabeza para encontrar a un chico, que por la estatura parecía menor, vestido de un esmoquin que parecía caro y un sombrero de copa que le hacía parecer una persona de la aristocrácia.
Sin embargo, lo que más atrajo la atención del peligrís fue el parche que llevaba en el ojo, que le otorgaban un aspecto misterioso.

El propietario del perro de detuvo completamente, preguntándose que querría el chico, que lo miraba con cara de odio, y con el mayordomo detrás con sus maletas.

-Esto... ¿te puedo ayudar en algo? -le preguntó, sonriendo ligeramente e inclinando la cabeza un poco hacia un lado.

Frunció más el ceño en cuando el otro se le quedó mirando ¿qué le pasaba, es que nunca vio a una persona o qué? Chasqueó la lengua y deslizó su mirada hacía el perro, cual le miró de la misma manera.
Por una vez más miró al peliplata con desdén y con cierto aire de superioridad.
En cuando escuchó su pregunta se cruzó de brazos a la vez que ladeaba la cabeza hacía su diestra mientras que alzaba una ceja. -¿Crees que tengo pinta de querer necesitar tú ayuda?- Preguntó severamente mientras que no alejaba su mirada del otro.

Su mayordomo hizo una pequeña señal al de cabellos plateados, cual le indicó con la cabeza que se apartar de su camino, si no antes, con un gesto de mano, decirle “por favor”, aquel mayordomo se podría decir que ya era mayor, devido a las canas que tenía por la poca cabellera que poesía, aquel hombre era de grandes sentimientos, así que siempre tenía mucha paciencia para su señorito.

Lo que no iba a hacer ante ello es dar un rodeo por que aquel estuviera allí, miró de reojo a su sirviente para después dejar escapar un suspiro y volver a mirar al chico que tenía delante de él.

Sumire observaba como el chico le miraba con cara de odio, mientras mostraba aires de superioridad ante él. No sabía por qué, pero la escena le parecía cómica.

No es que me importe que se crea superior, pero si mantiene esta actitud se buscará bastantes problemas... ^^U Pensó para sí, cuando vió como su mayordomo, que estaba detrás suyo, le hacía señas para que se apartase, aunque con un poco más de amabilidad.

-Claro, ahora me aparto -dijo Sumire finalmente, sin dejar de sonreír.

El peligrís se hizo a un lado, y Ángelo le siguió, apartándose también del camino.

-Bueno, deseo concedido -dijo, añadiendo a continuación-. Ahora, como tengo el presentiminto de que eres una buena persona, concederás el mío: ¿Me podrías decir tu nombre, por favor?

Siguió a aquel joven con su mirada, biendo como se echaba a un lado, ¿de qué iba ante ello? Alzó una ceja y ladeó el rostro para después lanzar una mirada fulminante a su mayordomo, claro, había sido este quien le había pedido, resopló ante ello, cerrando su parpado para después abrirlo de nuevo, fijandose de nuevo en aquel chico.
¿Y esa actitud del otro? Parpadeó y al escucharle se le quedó mirando, ¿realmente pensaba que se lo iba a decir o que con aquellos aires le diria nada?

Tan solo negó con el rostro y se encogió de hombros, su mayordomo, desde atrás de su señor abrió sus cortados labios para poder conceder el pequeño deseo del otro joven. –Callate..- Le ordenó a su sirviente y este como de costumbre le ovedeció sin rechistar, haciendo una reverencia para poder disculparse ante su atrevimiento.
De nuevo miró al otro. -¿Qué te hace pensar que te lo diré?- Preguntó una vez más manteniendo sus brazos cruzados y su misma expresión de rostro.

Realmente se lo pasaba muy bien hablando con el chico. Le gustaba el carácter agresivo del pequeño.

-¿Que me hace pensar que me dirás tu nombre? Mmm... -dijo Sumire, haciendo un poco de teatro, aguantando las ganas de reír-. Tal vez... ¿tu orgullo de noble te impide deber favores a los demás?

El pequeño lo seguía fulminando con la mirada, así que decidió no buscarse problemas. Que había vuelto hoy y no le apetecía tener que irse.

-Bueno, estate tranquilo. Si no me lo quieres decir no te obligaré a ello. Pero ten presente que tarde o temprano lo descubriré, aunque no me lo quieras decir ¿Verdad Ángelo?^^ -preguntó finalmente a Ángelo, que ladró a modo de "Sí" a la pregunta.

Mantuvo su mirada clavada en el otro, esperando a la pregunta que le había formulado, pero no muy lejos de donde se encontraban empezó a escuchar los pequeños cotilleos de los demás alumnos.
Les miró de reojo con su único ojo visible, claro que empezasen a hablar de él, iba de buen vestir, llevaba consigo a un sirviente, le habían llevado en un choche de lujo… Aquellos rumores no tardarían en ir creciendo…

Resopló y volvió a mirar al otro, al escuchar su respuesta tan solo se encogió de hombros. –Yo no soy quien debe los favores…- Siguió mirándole de aquella manera, como si el otro no significara nada…
Antes que el otro empezara a hablar de nuevo volvió a su paso, hasta que finalmente le escuchó, quedándose quieto sin mirarle. -¿Descubrirlo? Inténtalo…- Finalizó volviendo a caminar con tranquilidad…

El mayordomo no tardó en ir tras su señorito, cual al pasar por al lado del de cabellos plateados hizo una pequeña reverencia de cabeza. –Perdónele, en el fondo no es ma…- Pero sus labios se sellaron en cuando escuchó el grito de su señor llamándole con rabia.
-Sí mi señor, ahora voy…- Miró de nuevo al otro menor y le sonrió para después ir tras su señor.

Sumire y el misterioso chico no pudieron seguir hablando, puesto que los alumnos de alrededor empezaron a susurrar entre ellos mientras los miraban discretamente. Al peligrís esto no le importó, pero por lo visto puso aún de más mal humor al pequeño, que se marchó con sus aires de superioridad. Su mayordomo también lo imitó, pero no sin antes hacer una reverencia a modo de disculpa por el mal comportamiento del menor.

Sumire se quedó un rato mirando como seguía adelante, hasta que esbozó una ligera sonrisa y se agachó para hablar con su perro.

-Su nombre es Ciel Phantomhive. Le he podido leer la mente mientras discutíamos... Aunque mejor no diremos nada por ahora, ¿vale?^^ -dijo en tono dulce pero meditativo, mientras le tocaba de forma juguetona la nariz a Ángelo-. Bueno, entremos ya, que se nos hará tarde.

Pero que los chicos de alrededor siguieran susurrando no le dio buenas vibraciones. Tenía un mal presentimiento. Así que decidió seguir un rato más con Ciel para asegurarse que no le sucediese nada.

-Vamos Ángelo, que aún podemos atraparlo... -dijo Sumire, echando a correr detrás del chico.

Una vez que llamó a su mayordomo volvió a girarse para continuar con su trayectoria, cual caminaba con paso tranquilo, como siempre hacia, mientras que por lo alrededores se escuchaba aquel susurro de los almunos curiosos o tan solo con ganas de “jugar”
En aquel momento frunció el ceño y miró por aquel ojo izquierdo a los que susurraban a la vez que llegaban a señalarle.
Les miró fulminadamente, pero prefirió no hacer nada, así que la mejor solución es pasar de ellos, quizá… Si estos seguían no tendría más remedio que interferir…

Siguió su paso, con la mirada hacía delante, subió aquellas pequeñas escaleras hasta quedar enfrente de la puerta, cual se quedó mirando esta, después, su sirviente, dejó a un lado las maletas para así abrir la puerta a su señor.
Una vez abierta no dudó en entrar.
En cuando el mayordomo iba a cerrar la puerta observó que el de cabellos plateados iba corriendo hacía la misma dirección, cual dejó abierta para que pudiese entrar, después volvió a seguir a su señor con maletas en mano.

En cuando ambos entraron observó su alrededor, bueno, era grande aquel sitio, pero no lo exagerado… Sin más avanzó, supuestamente tenía que ir a las habitaciones, así dejaría las maletas y su sirviente ya se iria de allí… ¿Para siempre? Bueno, quien sabe, lo más seguro es que sea un si…

Sumire siguió corriendo hasta que llegó a la puerta, donde para su sorpresa el mayordomo le estaba aguantando abierta la puerta para que pudiera entrar. El peligrís esbozó una sonrisa ante tal acto.

-Muchas gracias ^^ -le agradeció al señor.

Llegó a la puerta, cuando se giró de repente ante el camino recorrido, haciendo que todos los que habían estado comentando entre susurros se quedaran mirando.

-Solo lo diré una vez, así que prestad atención: como alguien ose tocar un solo pelo a Ciel Phantomhive, me encargaré personalmente de que reciba un castigo divino... ¡¿ESTAMOS?! -exclamó, asustando a todos los oyentes.

A su corto discurso, Ángelo soltó un ladrido, y no fueron necesarias más palabras para que todos los que habían estado cotilleando se cayeran al suelo de puro miedo. Entonces Sumire se giró para entrar en el edificio y le guiñó el ojo al mayordomo.

-Esté tranquilo, me encargaré de que nadie haga daño a Ciel, ¿de acuerdo?^^ -susurró al mayordomo fugazmente, mientras se dirigía al lado del pequeño.

Escuchó como si fueran unos gritos para después un ladrido, giró un poco su cabeza, por encima del hombro para poder observar mejor, pero al parecer aquello sucedía afuera, parpadeó, se encogió de hombros y prosiguió, no antes decirle a su siervo que se espabile a ir con él.
Cosa que por una vez más volvió a caminar con su típico paso normal.

Mientras, el mayordomo asintió con el rostro ante su señor, para después mirar al otro joven, en donde escuchó todo aquello por su señorito.
Sonrió agradecido al otro joven, haciéndola una leve reverencia, incluso inclinando su cuerpo hacía delante para después de aquel susurro ir tras su dueño. –Muchas gracias señorito.- Musitó en cuando pasó al lado de aquel joven alvino.
Después estuvo detrás de su señor.

Escuchó unos susurros de detrás suyo y en cuando se dio cuenta se encontró con el de antes, alzó una ceja sin detener su paso. -¿Y ahora, qué, cogiste mi mismo camino o qué?- Prenunció sin muchas ganas mientras que iba frunciendo el entrecejo.

Por fin llegó al lado de Ciel, que para variar se mosqueó de volver a encontrarse con él.

-Vamos, no te enfades -dijo Sumire, intentando que el pequeño se calmara-. He de ir a un sitio, y da la casualidad de que el camino más rápido para llegar es este.

Siguió andando a su lado, aunque sabía que le caía mal. De alguna manera, tenía la corazonada de que no era tan borde sin ningún motivo, y seguro que en cuando se ganase su confianza se portaría de forma más amable.

-Por cierto, eres nuevo, ¿verdad? -preguntó Sumire de repente-. Si quieres, te podría enseñar la zona. He estado un tiempo fuera, pero aún me acuerdo bastante de como es el sitio. Dime, ¿te gustaría, Ciel?

Se quedó mirando de la misma expresión a aquel chico, cosa que alzó una ceja ante su “excusa” si ese era el camino más corto… ¿Por qué caminaba a su lado y no se adelantaba de una vez? Chasqueó la lengua ligeramente y apartó su mirada de este, ¿tendría que estar soportando a aquel chico todo el camino o qué?
Resopló ante aquella idea, pero mantuvo su mida en frente, hasta que escuchó su pregunta, cual deslizó su único ojo visible hacía él. –No necesito que…- Pero se calló y se le quedó mirando sorprendido.

¿Cómo sabía su nombre, quien se lo dijo? Acto seguido miró a su mayordomo, cual le miró fulminadamente, pero el pobre mayordomo hizo una pequeña reverencia como señal de disculpa, cierto que él no se lo había dicho pero era para cubrir al otro joven, tampoco sabía como lo había logrado averiguarlo, pero si no quedaba remedio…
Después de ello miró al otro de nuevo, mirándole de arriba abajo, examinándole para ser exactos. –No necesito de tu ayuda.- Finalizó adelantándose un poco más, intentando quitarse de encima a aquel chico.

Aun que sabía que tan solo quería ayudarle… Pero tampoco nadie le dijo que le ayudase, ¿no? Así que podía seguir solo, sin la ayuda de nadie…

Se le había escapado el nombre sin querer. Sumire empezó a preocuperse sobre si se descubriría su secreto, pero entonces Ciel giró la cabeza haci atrás, mirando a su mayordomo. El peligrís también lo hizo, aunque más discretamente, para ver qué había creído el menor que había ocurrido.

Y ante su sorpresa, el mayordomo hizo una reverencia a modo de disculpa.

¿Me ha ayudado? pensó un instante Sumire, sorprendido por como había reaccionado el mayordomo, aunque un poco más aliviado. Por lo menos ahora Ciel no desconfiaría de él... o eso creía.

Después volvió a poner su atención en el pequeño noble, que lo analizaba de arriba a abajo una vez más, para después rechazar su oferta de ayuda.

Con que esas tenemos, ¿eh? se dijo Sumire a él mismo, como autoproponiéndose un reto. Acto seguido agarró la mano del menor y lo empezó a arrastrar energéticamente por el pasillo.

-Pues si estamos los dos de acuerdo empezaré a enseñarte la zona...

Sumire se giró un momento hacia el mayordomo.

-Las habitaciones estan por ese pasillo a la derecha -dijo, señalando uno de los pasillos-. Me voy a dar una vuelta con Ciel por el recinto y volvemos, ¿vale?^^

Y después de eso arrastró al pequeño por otro pasillo.