Ruta turística por la escuela...

Después de pasar un largo rato "enseñando" la escuela a Ciel, llegaron a la sala del te. Era una gran sala, donde había una gran cantidad de sillas y mesas que te permitían pasar la tarde y tomar algún que otro tentempié.
Un poco cansado de haber recorrido gran parte de los lugares que formaban el recinto escolar, Sumire se encontraba algo cansado, y le apeteció tomar algo con lo que reponer fuerzas.

-Ciel, esta es la sala de té. ¿Te apetece que descansemos a tomar algo?^^ -le preguntó al pequeño, con tranquilidad.

Después de haberlo arrastrado por todos lados, el mínimo de cortesía era invitarlo a una taza y a algún dulce.

-No pienso ir conti…- Pero de nuevo se calló en cuando el otro le tomó de la mano y le empezó a rastrar por los pasillos, quiso deshacerse de la mano que le tenía sujeto pero le costaba lo suyo, frunció el ceño y miró hacía su mayordomo, cual este se estaba despidiendo de él.
Será…
Pensó mientras que miraba hacia delante, tenía que ir a paso acelerado, ya que las piernas del otro eran un tanto más largar así que se podría decir que le costaba coger aquel ritmo.

Por el camino fue gruñendo por lo bajo, ¿pero de qué iba? Le miró desde las espaldas, parpadeó y resopló mientras que mantenía un poco el ceño fruncido.
Pero en cuando el otro se detuvo, por fin, se deshizo del agarre de mano con un gesto de muñeca, y en cuando se dio cuenta empezó a oler un harona dulce.
Miró a su alrededor, observando aquel lugar.

Ante la pregunta del otro le miró con desdén y se encogió de hombros, para después escucharse un rugido que provenía de su estómago.
Parpadeó ante aquello inesperado y miró hacia otro lado un tanto avergonzado por ello. -Haz lo que quieras.- Finalizó, realmente tenía hambre…

Sumire no pudo evitar soltar una risita al oír gruñir el estómago de Ciel, que disimuló tapándose la boca con la mano. Le hacía gracia que incluso en esa situación aún se portase de un modo tan frío y reservado.

-Entonces entraremos a tomar algo^^ -dijo, finalmente, mientras abría la puerta y dejaba que entraran el chico y su perro. Después entró él, cerrando la puerta detrás de sí.

Se acercaron a una mesa y se sentaron. Ángelo se quedó en el suelo, esperando a su ración como era costumbre cada vez que iba a esa sala. Sumire cogió una de las cartas que había sobre la mesa y empezó a leer los nombres de los tés, buscando cual le apetecía tomar en esa ocasión.

Le miró por el rabillo del ojo, ¿se estaba riendo? Frunció un tanto el ceño para después chasquear la lengua y mantener su mirada alejada del otro, hasta que le escuchó, cual sin decir nada le siguió, entrando primero por la puerta para después aquel perro.
Se quedó mirando aquello, alzó una ceja, notando alguna que otra mirada que se posaban curiosos en él.
Les miró sin muchas ganas para después continuar su paso tranquilo, sentándose en una de las mesas cercanas, observando que encima de esta ya estaba todo preparado, variaciones de tés y algún pequeño aperitivo.

Se quedó mirando, buscando con la mirada el té que le gustaba, al encontrarlo lo agarró era el famoso “té de emperadores” cual lo puso en la taza que tenía delante, después volvió a buscar con la mirada los “ingredientes” que solía poner… Aun que… Era la primera vez que se lo hacía él solo, ya que siempre contaba con los demás para que le hicieran todo.
Gruñó por lo bajo, pero tampoco quería demostrar “debilidad” delante del otro así que fue cogiendo “ingredientes” y lo fue colocando en su tasa, sin llegar a saber muy bien…

Mientras leía los tés que había a la disposición, miró de reojo qué estaba haciendo Ciel, que se estaba sirviendo él mismo su té. Dejó de prestar atención a lo que tenía entre manos cuando vió que Ciel empezaba a poner condimentos uno seguido de otro, creando una mezcla... curiosa.

...¿Qué representa que quiere preparar? ^^U -pensaba Sumire, riéndose por dentro, mientras volvía a mirar la carta para acabar de decidir.

Finalmente se decidió, cogió una taza y la llenó de té de cereza, su favorito. Le añadió un par de cucharadas de azúcar para endulzarlo y empezó a removerlo lentamente, haciendo que se desprendiese ese aroma que tanto le gustaba.

Una vez que creyó haber terminada de hacer su preparado dejó las cosas a un lado, miró por encima su taza de té y alzó una ceja al arisquear la rara mezcla que había hecho.
Parpadeó y removió aquello con la pequeña cuchara, se le quedó mirando y la alzó, ¿estaría dispuesto a beberse eso?
Miró de reojo al otro al otro para después mirar lo suyo, lo agarró con firmeza y lo levantó hacía su boca.

Estaba dispuesto a darle un trago, pero no estaba seguro de ello… Curvó un poco los labios, resopló y cerró su único parpado con fuerza, dando un pequeño sorbo antes de quitarse aquello de sus labios.
Lo tragó mientras que se quedaba paralizado, era asqueroso… Hizo una mueca de desagrado y retiró la taza de su lado para después apoyar su codo encima de la mesa, llegando apoyar su cabeza en la palma de la mano.

Sumire se sorprendió al ver al pequeño tomarse ese mejunge, que empezaba a dudar que fuese comestible. Las personas han de tener orgullo propio, pero eso es exagerado ^^U

-¿No te ha gustado? -preguntó el peligrís, mientras sorbía otro trago del té de su taza, ligero y un poco dulce.

En ese instante de debajo de la mesa se oyeron unas pequeñas quejas, reclamando lo que es suyo.

-Ah, perdona Ángelo. Ahora pido lo tuyo.

Seguidamente Sumire llamó a una de las camareras.

-Disculpa, me gustaría que me trajeras un trozo de tarta de fresa, por favor.

La chica, que ya lo conocía, soltó una pequeña risa.

-Claro, ahora te lo traigo^^ -dijo, antes de agacharse a acariciar un momento la cabeza del perro, que asomó de debajo de la mesa para que lo mimara un poco.

-De acuerdo, gracias^^ -y seguidamente se giró a Ciel-. Ciel, ¿te gustaría tomar algo para acompañar el té?

Al escucharle le miró por el rabillo del ojo para después volver a mirar a otro lado, chasqueando ligeramente la lengua y cerrar su parpado a la vez que fruncía el ceño, pero tampoco dijo nada, ni lo negó si quiera, solo que se quedó como estaba hasta que escuchó el ladrido del perro, cual alzó una ceja y se asomó un poco, ya se había olvidado de aquel animal…

Tan solo resopló y en cuando vino la chica, cual antes que se fuera le habló firme y severa. –Disculpe, pero me gustaría que me trajera un té de rojo con dos cucharadas de azúcar y acompañado de galletas.- Cerró su parpado mientras suspiraba, la chica se le quedó mirando, asintió y se fue a buscar ambos pedidos, tanto del chico de cabellos plateados como al menor.
Después miró al otro, dándole a entender que había contestado su pregunta que había formulado antes que pidiera todo aquello a la mujer.

Tenía que admitir que cuando no le salían las cosas como quería, Ciel podía dar bastante miedo.
Se respiraba un ambiente tenso. El silencio lo estaba incomodando.

-Emm... mejor recojo esto... ^^U -dijo mientras se levantaba, cogía la taza con el potingue de Ciel y se dirigía a la barra para que se deshicieran de él.

Después de entregar la taza y de pedir disculpas por las molestias, Sumire quiso ayudar a la camarera que atendía nuestra mesa, así que trajo la safata con el pedido que habían realizado. Calmadamente sirvió el té a Ciel, y después puso el plato con la comida de Ángelo bajo la mesa.

-A ver si este té te gusta más...^^ -dijo, finalmente, antes de volver a sentarse en su silla y dar otro sorbo a su taza.

Sumire seguía tomando el té con parsimonia cuando se fue la luz.

-¿Uh? Que raro, se ha ido la luz...

De repente se cerró la puerta de golpe, y la gente empezó a gritar. El pánico se adueñó de la sala. En ese instante, cuando las bombillas petaron, Sumire se escondió debajo de la mesa, junto con Ángelo, para que los cristales no le hicieran daño.

-Ciel, escóndete tú también -dijo el mayor, estirándole con fuerza para meterlo en ese escondite improvisado.

Poco después los chicos empezaron a apalear la mesa, y no tardó en oírse un grito provinente de algunos cuando uno de esos chicos cayó en el suelo, ya sin vida.

-¿Pero qué está ocurriendo aquí...? -se preguntaba Sumire, asomando la cabeza por debajo del mantel, intentando ver por qué la gente estaba tan alterada-. Ciel, ¿qué propones hacer?

En cuando iba a coger un aperitivo se apagaron las luces cosa que le llamó la atención, miró a su alrededor y empezó a escuchar los gritos de los demás, hasta que las bombillas empezaron a petarse cosa que reacción que tuvo fue encogerse y cubrirse con sus brazos, pero no tardó en sentir como le tiraban de él, haciendo que cayera de la mesa para después ponerse debajo, en donde ya hacía el perro y el otro.
¿qué demonios estaba pasando allí?
Apretó los dientes a la vez que miraba a su alrededor en busca de alguna solución, al parecer todos se estaban discutiendo por la desesperación.

Una vez que escuchó al otro le miro e intentó visualizar por la falta de luz, después miró a su alrededor. –Lo primero será intentar calmar a todos, ya que si no acabaremos todos muertos.- Dijo severamente a la vez que con algo de calma, tendría que mantener la calma si no… Puede que se vuelva como los otros.
Peor claro, sería muy difícil intentar calmar a los demás, así que tendrían que esforzarse mucho si querían que todos salieran de allí bien.

Sumire atendió concentrado a lo que le dijo Ciel.
Tenía razón, lo principal ahora para que los demás dejaran de hacerse daño era calmarlos. ¿Pero cómo?
Volvió a asomar la cabeza por debajo de la mesa y miró a su alrededor. Alguna manera habría de que todos se detuvieran.

-Tendríamos que llamar la atención de todas las personas a la vez, pero me temo que va a ser bastante difícil...

Seguido volvió a meter la cabeza debajo de la mesa.

-Por la fuerza creo que solo se causaría más alboroto, y con todo el ruido que hay parece que gritar tampoco va a poder ser de mucha ayuda...

De repente se dio cuenta de algo.

-Oye, ¿y mi bolsa?

Sumire empezó a buscarla preocupado, sin verla. Asomó un poco la cabeza para ver si la podía encontrar. Y entonces fue cuando apareció Ángelo, cogiéndola por la boca, arrastrándola por el campo de batalla.

-Buen trabajo Ángelo ^^ -lo felicitó, acariciándole la cabeza.

Acto seguido abrió la bolsa y empezó a buscar por dentro.

-Me pregunto si habrá algo que podamos usar...

Sí, realmente era difícil hacer que toda aquella gente se tranquilizara, ya que no era normal lo que acababa de pasar y la gente, claro está, que ahora está alterada por la muerte que ah habido, que si no les dejaba salir de allí….
Se mordió el labio inferior en busca de alguna solución, entonces escuchó al otro, cual se le quedó mirando, ¿una bolsa?
Miró a su alrededor para ver si la encontraba pero una vez que le volvió a escuchar miró al perro ya lo sostenía entre sus fauces.

Ladeó la cabeza confundido. -¿Una bolsa?- Preguntó alzando una ceja, ¿qué contendría dentro?
Curioso ante ello prefirió aparatar la mirada y buscar alguna solución, pero…. ¿El qué? Gruñó por lo bajo, quizá tendría que hacer que todos presten atención pero… ¿Quién escucharía? Si todos estaban desesperados….

Miró de nuevo al otro, esperando quizá a que digiera algo sobre ello.

Sumire siguió buscando dentro de la bolsa algo que pudiese servir para aquella situación. De repente miró de reojo a Ciel, que lo observaba como esperando a que hiciese algo. Decidió volver a centrarse en el contenido de la bolsa, aunque su carácter no pudo evitar hacer algún comentario para intentar tranquilizar al chico, y de paso a sí mismo.

-Me pregunto si seré gafe. Te hago acompañarme a tomar un té y acabamos en esta situación -comentó con ironía, intentando sonreír aunque la situación estuviese bastante negra-. Y por si te preguntas qué es esta bolsa, es todo el equipaje que he traído aquí. Aún no he ido a mi habitación, así que no he tenido oportunidad de guardarlo. Es un poco ridículo que tenga tan pocas cosas, ¿verdad? ^^U

Le parecía estúpido intentar romper el hielo en esa situación, pero le preocupaba que no hubiese ninguna más para poder hacerlo.
Siguió buscando cuando encontró la funda que contenía su flauta.

-Andá, pero si es mi flauta. Aunque no creo que este sea el mejor momento para ponerse a tocar... ¿Verdad Ángelo? ^^U

Se le queda mirando ante dichas palabras, resopla y niega ligeramente con el rostro sin decir nada más, hasta que de su bolsa observó algo parecido a una flauta, claro, quizá con aquello puedan llamar la atención a los demás.
Ladeó ligeramente la cabeza hacía su diestra para después asentir ante su idea. –Oye… ¿Y sí utilizas la flauta para llamar la atención?- Preguntó mientras que le miraba con su único parpado visible.

Miró a su alrededor, por lo visto, incluso empezaron a romper platos, tazas… Al parecer las cosa estaba empeorando, y si no hacían nada acabarían mal… Pero aun no se dio cuenta de que uno había muerto, así que era ignorante de lo que había pasado realmente, ya que todo pasó tan deprisa que no le dio tiempo ni a suspirar…
De nuevo miró al otro, esperando su respuesta, quizá su idea no estaba mal, ya que ante la melodía de la flauta puede que llame la atención de todos… Y así podrían salir de allí sin problemas.

Ante las palabras de Ciel, Sumire no supo qué contestar.

-¿Que toque la flauta? -dijo, un poco nervioso-. No estoy seguro de que vaya a funcionar...

De repente Ángelo ladró, mirándolo con sus penetrantes ojos negros, con una mirada asesina (que miedo que un perro te mire así xDD).

-V-vale, ya toco... Pero no te enfades, Ángelo...

Sumire meditó un momento qué canción podría funcionar en ese momento. Seguido, y con mucha precaución, el peligrís sacó la cabeza por debajo de la mesa, se acercó la flauta a la boca, tomó aire, y empezó a tocar una leve melodía. Era una canción muy lenta, concretamente una canción de cuna, la primera que se le había pasado por la cabeza.

"Por favor, que el dicho de que la música amansa las fieras no sea falso... TToTT"

Se le quedó mirando ante el nerviosismo del otro, ¿a qué venía esos nervios? Solo era tocar la flauta no le pedía hacer otra cosa…
Arqueó una ceja para después escuchar al perro ladrar, como si estuviera riñendo a su mano por no confiar en sí mismo.
Parpadeó ante aquello, para después mirar al otro como asomaba la cabeza, tan tolo era cuestión de esperar que todos le llamen la atención…

En cuando este empezó a tocar la flauta se le quedó escuchando, como si fuera lo más importante en toda la sala.
Se podía escuchar como el murmullo de todos iban desvaneciendo, haciendo que los sonidos se fueron desvaneciéndose, al parecer las cosas se iban calmando.
Miró a su alrededor para después salir de debajo de la mesa, limpiándose el traje que llevaba al mismo tiempo que agarraba su sombrero de copa, limpiándola con su mano libre.

Al conseguir la atención de todos gracias al peliplata se giró hacía ellos, observándoles con su típico ceño fruncido. –Haber…- Murmuró más para sí mismo. –Primero de todos calmaos.- Ordenó dejando su sombrero encima de la mesa para después cruzarse de brazos. –Nadie sabe qué demonios está pasando, así que si no nos calmamos cundirá más el pánico…- Formuló tranquilamente, dejando que su cuerpo se apoyara en la mesa.

Sumire tocó la melodía con los ojos cerrados, suplicando por dentro que funcionara esa descabellada idea. Finalmente la partitura terminó, y él, preocupado, abrió un ojo para ver qué ocurría.
No había alboroto. No había dinamismo.

Abrió el otro ojo y observó la sala, cuando la voz de Ciel resonó en la habitación. Parecía que había funcionado.

Mucho más aliviado, Sumire recogió la flauta y la volvió a guardar en la bolsa. Finalmente salió de su escondite y se incorporó al lado del pequeño.

Cuando este acabó, el peligrís continuó hablando.

-Es una situación difícil, pero no por dejarnos llevar por la desesperación se solucionará. Lo mejor será que pensemos todos juntos la forma de salir de aquí.

Después se acercó al cuerpo inerte que había en el suelo, se agachó y le cerró los ojos con la mano. Seguido dibujó una cruz con los dedos en el aire, arriba suyo, y recitó un murmuro a modo de plegaria.

Aunque podría devolverle la vida gracias a su don de ángel, las restricciones divinas le impedían alterar la vida de los mortales. Así que por mucho que le doliese, rezar era lo único que podía hacer por esa pobre persona.

Después de su pausa escuchó al otro, cosa que le observó para después mirar las reacciones ajenas, al parecer empezaron haber susurros, asentimientos, aquello funcionaba… Pero en cuando vio que el otro se acercaba a un cuerpo tendido se le quedó mirando, ¿qué hacía? Ladeó la cabeza hasta que finalmente decidió acercarse, se agachó un poco para poder verlo mejor.
Alzó una ceja para después comprender lo que estaba pasando retrocedió inconscientemente, mostrando así en su rostro sorpresa por ello para después sacudir el rostro y negar para volver en sí.
Después cerró su parpado aguardando unos segundos de silencio por aquel para después volver a por los demás.

Sí, se había puesto nervioso al ver al cadáver, pero aquello no le haría desesperar.
Dejó escapar un suspiro para después echar un vistazo a los demás, observando como uno de ellos se acercaba a donde estaban ambos, cual este con aires de superioridad les dijo; -¿Y acaso tienen alguna idea de cómo salir de aquí?- Preguntó sin más esperando alguna contestación de parte de los dos.

Tan solo frunció el ceño y le miró con arrogancia, ¿de qué iba ese tipo? Apretó los dientes ante eso, realmente le ponía de mal humor ese tipo de gente…

Cuando acabó de rezar, se dio cuenta de que Ciel se había aproximado, para después retroceder asustado. Con lo frío que era, no pensaba que eso le fuera a afectar. De un rápido movimiento cogió el mantel de una de las mesas, de color blanco impoluto, y lo extendió sobre el cuerpo. Después se acercó al pequeño y le sonrió discretamente.

-Así mejor, ¿verdad?

Al igual que él, seguramente a mucha gente de esa sala le asustaba ver el cuerpo inerte de alguien.

De repente un chico de entre los alumnos saltó hacia nosotros, preguntándonos en mal tono si sabíamos qué hacer. Ciel parecía estar de mal humor, por lo que lo mejor sería intervenir antes de que empezase una pelea.

-Tampoco veo que la tengas tú, así que en vez de crear conflictos con la gente dispuesta a colaborar para salir de aquí, lo mejor que podrías hacer es sentarte en una silla y esperar callado.

Observó como el otro llegaba a cubrir el cuerpo sin vida con una gran tela blanca, cosa que al escucharle se le quedó mirando para después deslizar su mirada a otro lado a la vez que la entrecerraba.
No se esperaba que hubiera un difunto allí, así que normal que se haya dado un sobresalto, pero que se le iba hacer…

Sin embargo aquel otro chico seguía de las suyas, aun que el peliplata saltó “en defensa” cosa que se le quedó mirando para después mirar al otro inquilino.
Al parecer este mismo no parecía que entrara a razones, ya que lo único que hizo fue enfadarse más, incluso a tal punto de llegar a vacilar al de cabellos plateados. -¿De qué vas diciendo eso por ahí? A que te…- Pero se calló en cuando el más bajo de los dos se interpuso en la conversación.

Estaba cruzado de brazos mientras que observaba con su único ojo visible aquel estúpido chico. -¿De qué va dices? … De qué vas tú mejor dicho, ¿acaso tienes alguna idea? No ¿verdad? Entonces no vayas quejándote en cuando los demás intentan solucionar las cosas… Gente como tú… Me repugna…- Finalizó cerrando su parpado durante unos pequeños segundos.
Después miró al de cabellos plateados. -¿Alguna idea?- Preguntó como si nada hubiera pasado allí, mientras que el otro chico cabreado se alejaba de ambos.

Agradeció que el pequeño saltara en su defensa, aunque más bien creyó que fue por orgullo propio que por amistad...
La pregunta que le hizo lo devolvió de sus pensamientos, que de repente le hizo venir una idea al peligrís.

Con prisas se acercó a una de las ventanas que había en la estancia y miró a cuanta distancia se encontraban del suelo. Por suerte, no era uno de los pisos más elevados, así que relativamente estaban a poca altura.

-Calculando, nos encontraremos a unos diez metros del suelo. Podríamos probar a hacer una cuerda con los manteles de las mesas. Creo que si bajase alguien de poco peso no habría problemas para que llegara al suelo. Con un poco de suerte, se podría buscar ayuda para que abrieran la puerta desde fuera. ¿Qué te parece?

Parece ser que fue una indirecta demasiado directa... ^^U

-... El problema será saber si la ventana también está electrificada... -dijo, finalmente, mirando preocupado la ventana.

Se percató de que el otro se alejaba cosa que se le quedó mirando, sin comprender muy bien, hasta que… ¡Claro! Ahora lo comprendía, el peligris había tenido una gran idea. Sin pensárselo se acercó pero sin llegar a tocar la ventan, observando la distancia que había, cierto, no había mucho desde donde estaba, podrían bajar sin problemas.
Aun que…. Ante las palabras del otro se le quedó mirando con su parpado entrecerrado y el ceño un poco fruncido, le estaba diciendo a el que bajase, en pocas palabras…
Resopló y se cruzó de brazos a la vez que miraba a su alrededor.

Tenían que saber si las ventanas también lo estaban… Así que sin más se dirigió hacía una de las mesas más cercanas, agarró una taza que había llena de liquido, y volvió acercarse. –Ahora sabremos si esta o no….- Murmuró casi para sí mismo y lanzar el liquido de dentro hacía la ventana.
Al dar contacto el liquido contra esta no sucedió nada… Había sido un riesgo bastante grande, ya que su mojaba algo eléctrico paría ser peor… Sin embargo no pasó nada.

Dejó la taza en su sitio y se le acercó con los brazos cruzados. –Ahora tenemos que hacer la cuerda con los manteles…- Le anunció y no tardó en abrir la ventana, notando el frescor del aire, ya quedaba menos para poder salir de allí…
Miró a los demás. –Venga, todos ayudar.- Habló o más bien ordenó.

Sumire se sintió aliviado al comprobar que la ventana no se encontraba electrificada. Eso facilitaba bastante el proceso... o eso esperaba.

Escuchó como Ciel ordenaba que los estudiantes empezaran a atar las puntas de los manteles, y no tardó en imitarlos.
Se sentía un poco mal por hacer que el pequeño tuviera que poner su vida en riesgo, sobre todo porqué la idea había sido suya.

Despacio, mientras tenía en sus manos dos puntas para atar, se acercó a Ciel y le habló flojito.

-Esto... te pido disculpas por haber hecho que tengas que pasar por esto. No era mi intención que tuvieras que poner tu vida en peligro por nosotros...