Mundo entre libros

Al entrar, las enormes estanterías le hicieron sentir más pequeño de lo que era. Las inmensas torres que llegaban hasta un techo de más de 5 metros estaban a rebosar de libros.

Nanami dejó vagar sus pies entre las estanterías, pasando la mano por los desgastados lomos de cada obra. Aquella inmensidad llena de conocimientos le recordó a su antigua casa... a la de su otra vida, antes del accidente.

Emocionado, dejó que sus manos escogieran el libro idóneo, uno desgastado, con una portada poco llamativa de un color ocre viejo.

Se alejó de las mesas y se sentó en un rincón oculto de las miradas ajenas. Sus finos dedos abrieron con delicadeza la primera página y así se dejó vagando sumergido en un mundo de letras...

A Nanami le sorprendió la intromisión. No sólo porque le había sacado de un estado de ensimismamiento casi hipnótico, también por el tono, casi ronroneante, con el que el intruso se dirigió a él.
Sorprendido miró alternativamente a la lectura olvidada y al muchacho rubio, antes de lograr reaccionar.

-¿Eh...? -abrió mucho los ojos, mirando con atención a aquella torre que tenía ante sí- E-esto... Bueno, yo sólo estaba leyendo un rato...

El sonrojó se hizo más que evidente cuando sus labios se posaron sobre la mano de Nanami. De pronto perdió de vista la biblioteca, el libro que tenía entre manos y solo tuvo ojos para los labios que estaban sobre su mano.

Pensó, sin embargo, que se trataba del saludo típico de la alta sociedad... Al fin y al cabo aquella era una escuela para gente rica... Y él no estaba acostumbardo a aquel ambiente... Pensando esto, logró levantar la mirada hacia los ojos del mayor.

-E-esto... encantado... Yo soy... Nanami... Nanami Kai, y también soy nuevo...

-¿Ein? ¿Ch-chica? -los ojos de Nanami se abrieron con sorpresa.

No le confundían con una chica desde que era pequeño, realmente a la tierna edad de 6 años era la "niña linda" de la clase. A sus padres nunca les había gustado cortarle el pelo... y por eso tenía esa apariencia tan engañosa. Pero al llegar al instituto, pensaba que los cambios ya eran más evidentes.

-Gomen nasai... Yousuke senpai... Pero me temo que esta escuela es sólo de chicos... -Nanami bajó la cabeza, algo avergonzado por la confusión- Parece que te has confundido, lo siento...

Sabía que no quería ver la reacción del mayor ante esta noticia, pero aún así, su cuerpo fue incapaz de reaccionar marchándose y simplemente se quedó sentado, con la cabeza gacha.

-Vaya...

Así que de veras había creído que era una chica. Nanami no sabía si sentirse halagado o ofendido. Y mientras, el muchacho seguía buscando pechos en el lugar donde no los había, como esperando que aparecieran mágicamente.
El rubio continuaba sin reaccionar, y gotas de sudor frío le corrían por las sienes.

-Ano... Senpai... ¿Te encuentras bien? -mirando a su pecho, donde las manos del otro seguían buscando entre la nada.

La reacción del chico le dejó sorprendido.
Sin poder evitarlo se tapó la mano a la boca para tratar de disimular la risa floja que le entró cuando el otro se sonrojó.

-Lo siento, perdona... -dijo, todavía entre risas, consciente de la mirada, todavía fija, del rubio en él- De hecho no eres la primera persona que me confunde con una chica, ¿sabes? Pero eres el primero que reacciona así... ¿Puedo preguntarte una cosa? ¿Por qué has venid a una escuela masculina si sabías que no habría mujeres?

-¿Mi historia? Bueno, no hay mucho que contar... Me crié en un pueblecito de Japón con mis padres, pero... murieron cuando yo tenía seis años, así que desde entonces he tenido que vivir con mi tío en Tokyo... Él no podía pagarme los estudios, así que traté de conseguir una beca tras otra. Podría decirse que si estoy aquí es porque tengo mucha suerte...

Se abrazó las rodillas con nostalgia, recordando a sus padres por un momento.

-No es tan molesto que te confundan con una chica... Estoy acostumbrado... Mi tío habría hecho cualquier cosa por conseguir algo de dinero, incluído vestirme de niña para salir en un catálogo de ropa femenina... -sonreí un poco, recordando lo patético que había sido aquello.

-Y en cuanto a tu padre... -dijo, con una sonrisa ladeada- Se ha equivocado totalmente de academia. Creo que tal vez es en las escuelas masculinas en las que hay más impulsos sexuales... Te lo digo por experiencia.

Nanami rió cuando le vio quedarse pálido.

-Parece que nunca has estado en una escuela masculina antes... Seguramente te sorprendas, pero es asombroso como de pronto las chicas dejan de ser necesarias. Los chicos son capaces de consolarse mutuamente para olvidarse del sexo femenino -dijo, divertido, mientras disfrutaba con las reacciones del rubio, que parecía ir entendiendo las cosas poco a poco.

-Además... Sí que hay gente con la que puedas pasar un buen rato... En más de un sentido... -dijo, colocándose el dedo índice en la barbilla para hacerse el pensativo.

Nanami abrió mucho los ojos al ver la mirada que le dedicaba el mayor y se rió alegremente al comprobar que de verdad había pensado que se estaba refiriendo al sexo gay. La gente no solía pensar mal de él, así que le sorprendió ver los ojos desorbitados del rubio mirándole con espanto.

-¡Era broma! ¡Era broma! -rió, levantando las manos en señal de disculpa- No es para tanto, de verdad... Es que me ha encantado la cara que has puesto -aclaró.- Siempre puedes encontrar gente amable con la que pasar un buen rato y olvidar que estás aquí interno. No creo que vaya a ser tan terrible como te imaginas...

((Por cierto, perdón por la tardanza!! ^^U))

Ahora le dedica una sonrisa un tanto infantil, Hiruma siempre se había caracterizado por tener algunos malos pensamientos ante la menor insinuación.
–ya veo –le dijo manteniendo la sonrisa –aunque me digas eso, en la vida de un hombre hay ciertas cosas que son necesarias –su seño se frunció mientras contaba con las manos –8 de cada diez cosas que pasan por mi mente están de alguna manera relacionada con el sexo –entonces lo miró dibujando en su rostro una sonrisa pícara –o acaso no tienes malos pensamientos estando encerrado todo el día aquí?
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((no hay problema X3))

-¿Malos pensamientos?

Nanami se sonrojó levemente. Llevaba en escuelas masculinas desde la muerte de sus padres, por lo que nunca había tenido oportunidad de conocer chicas.
Es más, estar tan rodeado de hombres le había hecho hasta olvidarse de eso.

-Bueno, todos somos humanos... -dijo solamente, sonriendo igual de pícaramente que el otro.

No pudo evitar sonreír, Nanami era bastante interesante
-je tienes razón, sólo somos un montón de adolescentes calenturientos –sacó de su bolsillo un paquete de goma de mascar, se suponía que estaba prohibido ingerir alimentos en la biblioteca, pero qué más le daba –quieres?