Acompañando(Lynelle)

El profesor y su alumno se dirigían a las habitaciones y mientras caminaban más de un curioso los miraba de una forma extraña a lo que Hizumi solo Soria y ellos volteaban. No le importaba mucho lo que pensaran los demás, no era su culpa que alguien viera raro tener una relación amical con un alumno, además era su profesor y su deber era enseñarle cosas así que se podría decir que hacia su trabajo.

- también puedes jugar aquí, es mucho mas seguro que el bosque- dijo mientras caminaba, no se le quitaba de la cabeza que el niño intentaría volver al bosque pronto y esperaba al menos con eso persuadirle un poco.

- quizás también puedas jugar con Yuki, de seguro a el le gustara tener alguien mas con quien jugar a veces con el trabajo no me queda mucho tiempo para hacerlo - se puso pensativo, quizás podría dejarle cuidar a Yuki pero eso podía aunque no estaba muy seguro si eso seria no peligroso para el conejo, detuvo sus pensamientos por un instante al percatarse que no le había dicho quien era Yuki.

- Yuki es mi mascota, es un pequeño conejo blanco- hablo con cierto tono orgulloso en su voz, cuasi como lo hace un padre cuando habla de su primogénito después de todo Yuki era casi como su hijo.

Las miradas dirigidas a ambos le incomodaron, y de vez en cuando se escondía tras una pierna de Hizumi para perecer de esas miradas atónitas. ¿Tan raro era verse en compañía de un profesor? Después de todo, no hacían nada malo. Quizás era cierto que durante su estancia no había visto a ningún profesor tomar de la mano a un alumno... Todos allí parecían tener necesidades más profundas, cómo lo era el ir de la mano de su pareja.

Parpadeó cuando escuchó al mayor y lentamente realzó la cabeza para poder verle. Desconocía quién era Yuki, aunque ése nombre si lo había escuchado por algún lado... ¿El director?. Eso creía, pero obviamente no podía confirmarlo. Examinó con cautela los gestos del pensativo profesor sin comprender absolutamente nada. Sus dedos, no obstante y ante la duda se reafirmaron en la palma del peliverde cómo si tuviese temor quede un momento a otro le entregase a ése tal Yuki.

Ladeó significativamente la cabeza hacía un lado cuando le habló en referencia a su conejo, creía entender lo que era... Creía. Rió suavemente ante la posibilidad de poder abrazar a lo mentado, cierto que los gatos le daban miedo pero el resto de animales de compañía eran para él todo un entretenimiento. Y eso en ése lugar se agradecía, pues realmente nunca tenía nada que hacer, nunca.

Las clases, al ser únicamente él en cuanto a edad se limitaban a ser orales y varios de los maestros hacían que su vocabulario se ampliase; Nada más.

- Yuki... – Dijo el nombre con ademán soñador, cómo si fuera un padre mentando el futuro nombre de su hijo y miró hacía el rostro del profesor con una sonrisa de esas que únicamente dedicaba cuando las cosas salían a su gusto.

Al parecer la idea de jugar con el conejo le habría agradado mucho al menor, axial lo dedujo por la sonrisa de que su rostro reflejo mientras pronunciaba el nombre del conejo.
- estoy seguro de que tú y Yuki serán muy buenos amigos- concluyo con una sonrisa imaginando al menor persiguiendo al pequeño y travieso conejo blanco.

- le agradaras mucho a el…adora jugar y su juego preferido es las escondidas- nuevamente hablaba con cierto tono paternal, y sonreía a pesar que el juego favorito del conejo era el que menor le gustaba a el ya que mas de una vez se había pasado muchas horas buscando al pequeño animal.

Yuki si que se había ganado el corazón del joven profesor, era su única familia y única compañía desde su divorcio, era su confidentes y muchas veces hasta su paño de lagrimas, era su mejor amigo.

Yuki. El nombre de su futura y posible compañía en aquel mar de aburrimiento y soledad que había vivido desde la entrada a esa academia. Sin duda, todo debía agradecérselo a él; Al profesor. Al único que había intentado acercarse.

- ¡Escondidas! – Pudiera ser que aquel fuese seguramente el único juego del cual conociese la palabra. Adoraba jugar a aquello, era sin lugar a dudas el que más distraído le podría mantener durante largas horas... Por lo general, solía jugar a eso con su preciada nana de la mansión.

No entendió la razón por la cual el rostro de Hizumi comenzó a tonarse de un matiz entristecido pero por ello sus dedos apretaron con sutileza los contrarios haciéndole notar que por más que divagase en recuerdos, él estaría allí cuando regresase. Un niño, si. Pero a fin de cuentas... Estaba con él. ¿No?

Sin querer había quedado perdido en sus pensamientos, su divorcio había pasado unos meses de ello pero no podía olvidar fácilmente aquella persona con quien había vivido gran parte de su adolescencia pero poco a poco todo fue cambiando y en un momento por alguna razón no su esposo no era feliz a su lado en ese momento fue cuando le planteo el divorcio, había querido mil veces que el lo detuviera que hablaran, que lo intentaran de nuevo pero no fue así, su esposo simplemente estuvo de acuerdo con aquello y al poco tiempo terminaron separados. Su corazón aun dolía pero se había dispuesto a olvidar, a olvidar a su amor aunque fuese difícil y a veces pareciese imposible.

La suave presión de su mano le hizo volver a la realidad, ¿Cómo era que de pensar en Yuki había llegado a pensar en aquello que hacia doler su corazón? Movió la cabeza ligeramente tratando de sacar esos pensamientos de su mente y luego sonrío decidido a no perder el ánimo que tenia.

- estoy bien…solo me quede pensando en muchas cosas…- trato de excusarse ya que sospechaba que el niño se había preocupado por el.

- algún día te enamoraras…sabes que esa persona te ama…no dejes que esa persona se aleje de ti…- acariciando los cabellos de la cabeza del niño, había quería tanto el ser detenido pero no fue así su ex simplemente lo había dejado ir pero no paso e Hizumi sabia porque su ex había dejado de amarlo.

- El amor puede doler pero también te vuelve muy feliz – concluyo con una sonrisa, no quería que el niño le temiera al amor, el había amado y su corazón estaba dispuesto a volver a amar.

Aun que el profesor se lo hubiese explicado, seguramente no habría entendido nada de lo dicho. Separaciones, divorcios, familias unidas, separadas... Aquello no era algo que causase especial interés en él. No ahora que apenas constaba con la edad necesaria para quedar en pie y hablar de manera entrecortada. No, no entendería nada de lo que pudiese llegar a explicarle, pero el gesto doloroso en la antes feliz mueca del profesor no sólo le puso nervioso si no que poco faltó para que él también se uniese a ése extraño sentimiento de falta.

Cerró despacio aquellos luceros azules cuando la mano del profesor decidió pasearse por encima de su cabello mientras le decía aquello. Él por amor entendía al que se profanaban sus padres; Besos en los labios. Su corta edad y nula experiencia le daba a imaginar que realmente pudiese a llegar a ser un sentimiento tan complejo como sin lugar a dudas era.

Parpadeó realmente confundido. ¿Entones qué era?. Su poca parla del idioma le impidió nuevamente que preguntase lo que ahora le ceñía una sin duda, latente curiosidad. Pero sus ahora entreabiertos luceros se postraron en su querido profesor.

Apretó sus dedos entorno a la forma de esa palma que desde un primer momento se rehuso a soltar,cómo si algún tipo de fuerza pudiese transmitirle mediante aquel infantil gesto. Pero, sus labios ya no estaban sonrientes, por el contrario tenía una expresión seria prácticamente impropia para un niño de su edad.