Tocando la armonica

Habia caminado no sabia cuanto, era fin de semana y se encontro sin saber que hacer decidio caminar, simplemente caminar hasta que sus pies se cansaran pero conforme las horas de caminata aumentaban no podia evitar sentir que un gran sentimiento de soledad invadia.

- creo que debi traer a Yuki((U:su conejo))..-se dijo a su mismo tratando de calmar el dolor de su corazon. Miro para los lados tratando de ver si habia alguien alrededor, no vio a nadie, entonces hizo lo unico que podia hacer para levantar sus animos en momentos como ese...volar...eso era lo unico que despejar su mente en momentos como aquel.

Recorrio los cielos mientras sentia como el viento de las alturas pasar a travez de su cuerpo y rozar sus alas llevandose aquellos pensamientos con el dejandole de uno una sonrisa en el rostro cuando sus pies lograron tocar el suelo.

Miro el lugar donde se encontraba mirando lo bello del paisaje, como siquiera podia haber sentido tristeza en un lugar como ese, estaba repleto de animales que hasta parecia que cantaban para darle animos asi que como respuesta saco su armonica como acompañando la cancion que le brindaban aquellos seres, como una forma de decirles "gracias"

Poco o nada solía alejarse de los límites de la escuela, pero todo era posible cuando el aburrimiento se ceñía en él. Era de los alumnos más pequeños en la escuela y por esa misma razón solían rehuir de él o ignorarle por causas obvias; era un estorbo para la gran mayoría. Razón por la cual, cualquier cosa era buena para divertirse.

Esta vez un perdido Sapo fue quién le propinó algo de diversión. Era feo cómo el que más, pero los sonidos que producía le divertían y era por eso que intentó alcanzarlo con la mala suerte que cada vez que lo intentaba, éste saltaba hacia delante. Un salto se sumó a otro, otro... Y sus cortos pasitos finalmente le guiaron a un lugar que desconocía por completo.

Su verde amigo se perdió entre unos arbustos dejándole totalmente sólo en ése panorama. Miró a su alrededor, confundido, pero no asustado. Lentamente volvió a retomar el paso, pero en vez de irse en dirección opuesta se internó más. La razón era simple; Una melodía estaba llamándole. Un suave acorde de un instrumento de viento se escuchaba no muy lejos y deseaba encontrarla. Pero la maleza era alta y él demasiado bajo, por lo que terminó por caer entre unos arbustos de aspecto poco cuidado y sollozó débilmente.

Tocaba su armónica totalmente concentrando en el música y casi sin prestarle atención a su alrededor, hasta que el ruido causado por el aleteo de una aves llamo su atención. Paro la música buscando la razón de la inusual actitud de las aves dirigiéndose inmediatamente al lugar de donde provino el ruido como presintiendo que algo ocurría en ese lugar.

Caminó lenta y sigilosamente ya que sabia que el bosque no era un lugar del todo seguro, pero ni bien pudo escuchar el ligero sollozo no pudo menos que aligerar el paso temiendo que la persona que lloraba estuviera herida o aun peor con la vida en riesgo.

Por si después de un momento de búsqueda encontró Lynelle, aunque se veía lleno de hojas no le pareció que estuviese herido de gravedad a pesar que estaba seguro que el había caído para llegar a aquel poco accesible lugar.

- no llores…no estas perdido…te ayudare a llegar a casa- le dijo suponiendo que la causa de su llanto era estar perdido en medio del bosque.

La música cesó y eso sólo le exasperó más. No sólo le dolía un codo si no que ahora aquello por lo que había luchado por escuchar de primera mano se opacó ante su caída. Fue por eso que su llanto sonó aún más fuerte que antes, asustando aún más a cuanta criatura le rodeaba.

Levantó lentamente la cabeza del matojo de hojas; Tenía las mejillas humedecidas por el repentino llanto y por esa misma razón estaba cubierto de una fina capa de barro y musgo. Sus ropas, sin duda alguna, debían estar en un estado similar, aunque no se levantó para corroborar el dato.

Se quedó mirando a ésa persona que sin lugar a dudas corrió a su rescate y nuevamente una pequeña mueca dolorosa le cubrió las fracciones; No era dolor. Si no mero e infantil desconsuelo. Alzó una de las pequeñas manos que poseía en dirección al adulto, confiándole con ello su bienestar.

- ... – No, no podía hablar. No por que no tuviese ganas de expresar su deseo, si no que... Pese a tener ya ocho años era torpe en la parla japonesa. Y expresarse en italiano era algo que sus padres le habían prohibido al entrar en ése lugar.

Se quedo esperando la respuesta del menor con una suave sonrisa en el rostro queriendo transmitir con ella sus deseos de que confiera en el, tal como hizo al extenderle su pequeña mano en busca de ayuda.

Le sorprendió que el chico no le respondiera, si bien era un niño pequeño no se veía tan pequeño como para no saber hablar por lo cual aquello le dejo varios incógnitas ¿acaso el niño no sabría hablar o acaso estaría aun asustado y por eso no quería responder? Pero si es que no podría hablar… ¿como haría para llevarlo a casa? Se quedo pensativo por unos segundos sin estar seguro de que debía hacer pero al final sonrío tratando de dejar de lado aquello y preocuparse primero por si el niño estaba herido.

- ¿estas herido? ¿te hiciste alguna herida al caer?- pregunto, si tenia alguna herida lo mas importante era ver como curarla antes de que esta se infectara.

Negó sutilmente a esas preguntas, escondiendo sistemáticamente su codo herido. Conocía perfectamente el procedimiento. El adulto preguntaba. El adulto miraba. El adulto hacía daño para curar. No, no tenía nada y lo negaría a toda costa.

- Non duole *... – Susurró. Había utilizado la lengua prohibida, pero no conocía las palabras adecuadas para expresar lo que realmente quería decir con aquello. Además, su propia sangre le producía asco, por lo que era preferible no mirarse el brazo, si no, irremediablemente se terminaría mareando.

Una vez en pie se intentó limpiar el húmedo camino interpuesto por las lagrimas pero poco más logró que embarrarse aún más esas mejillas que antes del llanto habían estado tan pálidas y blancas cómo una hoja de papel.

- -
(*) No duele

Si bien el niño trato de esconder la herida Hizumi la pudo notar claramente, pero aun asi trato de no insistir mucho por el momento ya que al parecer el chico por alguna razon se esforzaba en esconderla.

Se sonprendio un poco por la lengua del pequeño y casi enseguida entendio lo que pasaba, el pequeño podia hablar pero quizas no muy bien el mismo idioma que hablaba el por eso el silencio.

- quizas no duele ahora pero si no se cura despues dolera mucho- Trato de "negociar" con el menor, tratando de hacerle comprender aunque ya por experiencias anteriores sabia que no era facil razonar con niños pero tampoco era algo imposible solo se necesitaba un poco de paciencia y Hizumi contaba con mucha.

- que tal si vamos al lago para que laves tu cara, la tienes llena de polvo- le dijo, esperando que el aceptara y aprovechar para poder hacerse cargo de la herida del menor.

Las negociaciones parecían tener éxito, pues aunque no entendiese del todo los conceptos, las clases de japonés le habían servido para al menos tener una idea general del tema a tratar. Y estaban hablando de pupa. No era en absoluto divertido que las heridas doliesen y por ello su brazo se destensó, permitiendo al profesor ver un rastrojo de sangre que cubría ya casi todo el largo del brazo aunque la zona herida fuera únicamente su codo.

Su mano, considerablemente más pequeña de la del peliverde se enroscó con cuidado entorno a los dedos del adulto mientras se ponía a su lado con una curiosa torpeza. Las malezas seguían impidiendo que sus cortas piernas se moviesen cómo debían, razón por la cual necesitaba de un sustento a la hora de caminar.

- Agua. – Y con ello confirmó su deseo por ir a remojarse. Además, la carrera tras su amigo verde había logrado despertar en él una ligera sensación de sequedad en la garganta casi imposible de ignorar. No era sed a sangre, pues siquiera punzaba, así que con agua confiaba que se pasaría. Era complicado el idioma que tenía que haber aprendido a marchas forzadas pero podía defenderse bien.

Pudo ver la sangre de la herida, aunque no esta aun seguro que tan grave pero es que el niño no se quejara mucho por ella parecía una buena señal, prefirió no insistir en ese momento en ver detenidamente la herida porque sabia bien que era poco o nada lo que podía hacer por curarla no teniendo con que limpiarla a menos que…no, eso quedaba descartado…era mejor curarlo de la manera normal.

- si, con el agua podremos limpiar tu herida para curarla después- hablo tranquilamente aunque no estaba seguro si lo entendía totalmente al menos entendía lo suficiente para poder ayudar.

- yo soy profesor en la academia Kokoro aunque todavía no he empezado a dar clases, tuviste algo de suerte que te encontrara, no vuelvas a entrar al bosque solo, es peligroso – esperaba que el chico le hiciera caso a su palabras a pesar de casi no conocerlo si no era por ser adulto al menor por ser profesor.

Por fin después de una corta caminata un lago de aguas cristalinas se pudo divisar en la cercanía y al verlo Hizumi soltó la mano del pequeño para que pudiera admirarlo con detenimiento si así lo deseaba.

Asentía de manera mecánica a las palabras de aquel que por suerte había decidido ayudarle. No entendía algunas palabras pero en cambio otras si las llegaba a comprender. Tampoco importaba, seguramente volvería a pisar esos terrenos si podía con ello llegar dónde se encontraba su amigo verde... Si aún seguía entre aquellos arbustos.

El camino se le hizo ameno. Bien. No se sentía incomodo de aquel que sería su profesor, es más, se le hacía una compañía agradable. Su piel, esa que se ceñía entorno a sus dedos era suave, no sudaban y eran de una temperatura ambiente. Todo en él parecía producto de lo mejor; ángeles. ¡Sí! Cómo esos que tanto odiaba papá.

Cuando su mano fue soltada emitió un quejido desconforme, ¿Había apretado demasiado?. Sus luceros del color del cielo buscaron la razón, y pronto la encontraron; Abrió débilmente los labios en son de sorpresa y por su cuenta caminó hacía adelante con determinación. Cristalina y pura cómo pocas. Tendió una de sus pequeñas y contorneadas manos a aquello que reflejaba su propio rostro y palpó la fría superficie.

Vio con agrado como el niño disfrutaba del agua, el hizo lo mismo agachándose un para mojarse un poco el rostro con el agua del lago recordando el brazo herido del niño y recordando un paseo similar en su niñez, el también solía lastimarse el cuerpo cuando jugaba y su madre siempre le reclamaba con ello, pero sin importar que le dijese ella siempre terminaba por lastimarse nuevamente.

- será mejor que vea como curar esa herida- se dijo a si mismo volviendo a la realidad y empezó a buscar si por el lugar había algún tipo de hierba medicinal para hacerlo aunque no estaba seguro que poder encontrar alguna pero aun así no perdía nada con intentarlo.

Busco por unos minutos y cuando se empezaba a dar por vencido sus ojos se posaron en unas pequeñas flores amarillas, examino bien las flores para verificar si sus ojos no le jugaban una mala pasada pero después de examinarlas llego a la conclusión de que eran caléndulas tal como el pensaba. Inmediatamente puso algunas sobre su pañuelo y las aplasto para forma una pasta con ella.

Ahora la medicina estaba lista ahora solo faltaba aplicarla sobre la herida aunque no estaba seguro si aquello seria tan fácil, alzo la mano desde donde esta para llamar la atención del niño y trato de vocalizar su nombre pero cayo en cuenta de que no lo sabia así que solo atino a decir. – niño ven!- aunque no dejo de sonarle raro porque el desde pequeño había odiado que lo llamase asi.

No se percató en los inquietos movimientos del adulto junto a él, su sonrisa estaba totalmente perdida en aquel lugar dónde podía vislumbrar su propio reflejo devolviéndole el gesto que se dedicaba a si mismo mientras que su traviesa mano creaba ondas que hacían que el mismo se viera descompuesto.

Le doliera o no, no se quejó de la herida, si lo hacía, seguramente intentarían tocarla y de hacerlo, vería su propia sangre. Era vampiro; Adoraba la sangre, pero rechazaba de manera efusiva y contundente la propia. Le asqueaba el contacto con ella y por eso, siquiera se miraba dónde la ropa yacía manchada.

Su juego se vio prontamente irrumpido por el extraño llamado del peliverde. Pero funcionó, puesto que el pequeño lentamente giró la cabeza en dirección a aquel que le llamaba. Por instinto o mera iniciativa caminó hacía ése ente, no muy seguro de haber entendido aquella firme orden, pero lo sonó a imperativo, por lo que sus pasos se dieron solos.

- Ah? – Cuando llegó a su altura ladeó la cabeza hacía un lado con aire inocente mientras que su mirada intentaba encontrar respuestas en los ojos de su nuevo compañero de juegos.

El llamado habia funcionado ya que el menor se habia logrado que el menor se acercara a el, pero ahora venia la parte dificil de todo, curar la herida sabia muy bien que a la mayoria de niños no le gustaba las curaciones y por alguna extraña razon creia que aquel pequeño era parte de esa mayoria.

Tomo uno momento para pensar sus palabras mientras tenia al menor mirandole con sus azules a la espectativa de que el le diera la razon de su llamado.

- me puedes mostrar tu herida...le quiero hechar algo para que sane...no dolera mucho..- hablo tranquilamente dando a entender claramente sus intenciones, podia haber mentido pero eso habria arruinado la confianza que le tenia el pequeño asi que prefirio decir la verdad a pesar de que eso quizas haria mas dificil que lograra su objetivo.

Se quedó mirando con real gesto dudoso los orbes del otro, cómo si de estos fuera a encontrar la información que necesitaba para seguir (o no) avanzando en su dirección. Ése hombre le había salvado de los matojos que le habían atrapado, era algo así cómo su héroe... Uno que insistía en ver lo que él no quería recordar que tenía; La herida.

Tan buen punto le mentó nuevamente aquello que hubo olvidado hizo una ligera mueca de dolor y su mano, incluso, pareció perder fuerza mientras intentaba esconder ése brazo tras su espalda. No, no quería curas.

- Non... – Se alejó de él a duras penas un paso, lo suficiente para dejar claro que saldría corriendo a la mínima que intentase acceder a él u a su herida. No se dejaría tocar, en absoluto. Dolería, lo sabía. Además, después debería convivir con el olor de su propia sangre impregnado. Al menos ahora con la camisa de por medio no sentía tanto aquella repugnante esencia pulular por el aire y obstruirle los poros de manera destructiva.

Vio su reaccion y por un momento penso que huiria pero al final el niño no se alejo mucho pero aun asi presentia que si el intentaba acercarse el saldria corriendo.

Se quedo inmovil buscando palabras para convencer al menor de dejarse curar a pesar de su aparente miedo al dolor.
- si no te curo... se infectara y dolera mucho- dijo, mirandole directamente a los ojos como para que viera la veracidad de sus palabras en ellos.

- solo dolera un poco lo prometo...- agrego, con voz calmada y con una suave sonrisa en el rostro pero son acercarse a el, esperando que el menor confiara en sus palabras.

Se le quedó mirando de manera dubitativa. Tampoco tenía muchas opciones. Era pequeño, pero no tonto. Por lo seguro tan buen punto algún profesor le viera entrar con la camisa tintada en rojo no admitirían una negación y se vería curado a la fuerza. Quizás la oportunidad presentada por el recién conocido no fuera tan descabellada.

- Si doule mucho... Ti muerdo. – Nuevamente su voz infantil se hizo escuchar. Era suave y aún tenía aquel matiz inocente, las palabras no fueron las más hermosas, pero habiendo vivido de todo en su casa, aquello era de lo más dulce que podía llegar a soltar en una especie de doble idioma. No obstante, su mordedura no sería inofensiva. Sacaría su lado vampiro.

Tendió con clara expresión de pavor su lastimado brazo en dirección al peliverde, encogiendo los hombros y esperando el latigazo de dolor que entendía que vendría antes o después. Apretó a su vez los párpados escondiendo así sus luceros de color del agua por temor a ver siquiera aquel rastrojo rojo que se divisaba a simple vista sobre la tela.

Rio un poco ante lo dicho por el menor, no esperaba esa clase de amenaza asi que le parecio bastante divertida.

- esta bien...puedes morderme si duele mucho- La posibilidad una mordida le parecia algo gracioso asi que no dudo en aceptar, quizas si se hubiera dado cuenta de la naturaleza del pequeño lo hubiera pensado dos veces antes de aceptar.

Cogio el brazo del pequeño moviendo la tela para observar mas claramente la herida, no parecia muy grave a pesar de la gran cantidad de sangre que habia en ella, paso un poco de agua por la herida para limpiarla y luego puso la pomada que habia hecho sobre ella cubriendola luego con un pedazo de tela que arranco de su camisa para evitar que esta se infectara.
- ya esta...¿no dolio mucho o si?- pregunto habiendo terminado, mirandole mientras esparaba saber si se habia "ganado" o no una mordida.

Tomó una pequeña bocana de aire, impidiendo el llegar a gritar aunque sus gestos dolieran. No se dejaría ver débil... corría el riesgo de que su padre se enterase y montase escándalo. Quizás incluso llegase a ser enviado de nuevo a casa, dónde sus abuelos... tembló bruscamente al solo imaginarse una de aquellas palizas. Y todo su rostro palideció de un momento a otro.

Suspiró cuando la tela se removió y de manera automática ladeó el rostro hacía un costado para así impedir que el olor llegase a rozarle siquiera la nariz. Le asqueaba y lo peor de todo era que no podía manifestarlo mediante palabras. – Ng... – Gimió débilmente pero no vocalizó ningún sonido más, si quiera tenía ganas de llorar. El frío del agua a diferencia de lo pensado aliviaba el pequeño escozor. Pero de golpe y olvidándose de todo lo cavilado anteriormente abrió de par en par los ojos y ahogó ahora si un contenido grito. Dolía. Eso escocía. Fuera lo que fuera esa planta, quemaba la piel.

Se encogió sobre si mismo y miró al adulto con los ojos llorosos. No sería capaz de morderle por temor a llevarse un golpe o bofetada, pero tenía ganas de colmar aquel pequeño dolor; Conocía el método, el procedimiento e incluso había hecho pequeñas practicas con el sirviente de su familia. Pero ... Alargó lentamente su pequeña mano libre hacía aquel que desconocía cómo otra cosa que no fuera humano, esperando su aceptación.

Miro los ojos llorosos del niño conociendo al verlos la respuesta a la pregunta que hecha, no habia queria causarle dolor y lo habia curado con mucho cuidado pero a pesar de ello aquello habia sido inevitable.

- lo siento...trate de lo causarte de dolor - le dijo acercandole y limpiandole cuidadosamente las lagrimas de los ojos.

Se quedo mirandole cuando el acerco su mano hacia el como esperando algun tipo de respuesta a una pregunta no formulada, le agacho quedando casi a la altura del menor aun con una sonrisa en los labios.

- si quieres morderme puedes hacerlo- hablo sin temor, era los que habian acordado y aunque aquel trato habia sido como un niño no por ello dejaba de ser valido.

Sabía que el otro haba puesto todo su empeño y dedicación en no hacerle daño; De hecho, no había sido Hizumi el causante de su agonía interna, de eso que le quemaba, si no, la cosa que éste le había puesto para quién sabe qué. Era mayor. Todo un niño mayor. Él no se quejaba por cosas así... Pero su madre le daba permiso para probar lo que le habían enseñado que estaba prohibido pero sabía increíblemente exquisito.

Tendría que saber dulce. Las personas que se comportaban cómo él la tenían dulce... Se dejó limpiar las lágrimas y sus dedos se cerraron con suavidad entorno a los verdes mechones el mayor, dejando allí enredados sus pequeños dedos cuando se agachó en su dirección. Aquella invitación fue la más directa jamás recibida, suculenta y tentativa. Quería. Realmente quería el premio por haberse portado bien. Mamá no le regañaría.

Abrió lentamente sus labios y se inclinó en dirección a una de las muñecas de Hizumi. Era experto en eso; Sus instintos le guiaban. Lamió superficialmente esa tersa piel, ablandándola para su cometido y dándole también tiempo a su presa a cambiar de parecer si lo creía oportuno; No se quejaría.

Dejo que el niño tomara su mano pensando que seria una simple mordida infantil pero le llamo la atencion como el niño lamio su muñeca sintiendo un ligero escalofrio al sentir la lengua del pequeño sobre su piel. Sintio como si su cuerpo rechazara de alguna forma esa cercania, como si su cuerpo le advirtiera que corria algun tipo de peligro. Habia algo raro en el pequeño al sentir ese tipo de cercania lo supo aunque le era imposible saber que era exactamente lo que era.

- es solo un niño..-se dijo a si mismo tratando de olvidar las advertencias que su cuerpo le daba y recordando el trato echo el menor, un trato era un trato.

Sus ojos se cerraron como una señal de aceptacion a lo que haria el pequeño, recibiria esa mordida tal como ya habian acordado el no se retractaria de su palabra.

Su lengua no reparó en caricias. Dejó la zona dónde sus venas palpitaban en un tramo de transparente saliva difícil de ignorar. Padre le mentaba que aquello se hacía para aliviar el dolor de la victima actuando cómo mera anestesia. Mamá decía que aquello era para ablandar la piel... aunque ella no era vampiresa, si había recibido las mordidas de uno.

Cuando consideró suficiente el recorrido en lamidas guardó la misma en su cavidad y abrió algo más los labios. Siquiera se percató en la sumisión del profesor, para nada. No se había retirado y aquello ya le había dado el paso definitivo; Podía tomar si quería de lo ofrecido. Y quería. Lo necesitaba. Su boca incluso dolía en la necesidad por la zona dónde unos pequeños colmillos no superiores a los de un gato se asomaron.

No tardó en reaccionar. Arrodillado en el pasto y con Hizumi agazapado a su lado, tomó con su mano libre las ropas que cubrían el brazo del maestro, haciéndose más espacio del que ya tenía y con cuidado, sus pequeñas armas filosas abrieron la carne de la muñeca adyacente. La adrenalina surgió en él, por ello, sus pequeños dedos se crisparon y tironearon muy sutilmente de la cabellera del mayor, teniendo aún una de sus manos perdida entre el espesor de su mata.

Sintio los pequeños colmillos del menor perforar de su piel haciendo una ligera mueca de dolor. Aquellos no eran dientes normales, lo sabia bien, aquellos eran colmillos, ahora entendia todo...un vampiro, todo parecio claro en su mente, pero no habia marcha atras un trato era un trato, vampiro o no el trato que habia hecho no cambiaba para el.

Su sangre era succionaba lentamente mientras Hizumi se mantenia con los ojos cerrados como temiendo el romper el trato si los abria terminaria rompiendo el trato hecho, sintio como el leve tiron de su cabello mas no se quejo ante ello simplemente continuo dejando que succionara su sangre mientras lentamente sentia como su cuerpo se debitaba.

Tal y cómo había imaginado, aquello estaba realmente delicioso. Sabía dulce, pero con un ligero toque amargo, no entendía aún el tipo de sangre de cada criatura, por lo que le era aún relativamente difícil diferenciar una raza de otra. No obstante, desde el primer sorbo dado, supo en seguida que no se trataba de un humano; No sabían tan dulce. Era un híbrido, cómo él. Pero eso era lo único que hasta ahora podía llegar a saber con su bajo nivel.

Succionó con deleite esa sangre y el sonido que le envolvió fue el de ése líquido carmesí salir de los orificios creados por sus colmillos y adentrarse sin reparo en su prepara cavidad. Cada vez con más ímpetu pero poniéndose el límite que debía; Entendía perfectamente que más de tres litros no podía, pero apenas llevaba dos... Y pensaba apurar al máximo.

Sus pequeños y frágiles dedos dejaron de enredarse en su cabellera para desviar la trayectoria y rozarle con cuidado gran parte de su pómulo izquierdo, cómo si quisiera consolarlo del dolor que tal vez estaba envolviéndole; No entendía de eso, pero quería asegurarse que el otro se encontraba bien.

Sentia que poco a poco su cuerpo se debilitaba mientras sentia el dolor punzante producido por los colmillos del menor, se empezaba a preguntar cuanto tiempo habria pasado o si acaso el niño sabria como alimentarse sin matar a su presa o acaso el tendria que tenerlo y era asi ¿podria hacerlo sin hacerlo creer que habia hecho algo malo?. El niño no tenia culpa de si naturaleza, habia nacido con ese deseo de sangre de la misma forma como el habia nacido con aquellas alas que el se esforzaba por esconder, era su naturaleza y nada que hicieran cambiaria aquello.

Al sentir la mano calida del pequeño acariciar su rostro sus dudas se despejaron totalmente y una suave sonrisa se dibujo en su rostro como respuesta a aquellas caricias como diciendo con ello "todo esta bien".